José Almajano Mondelo, el mayordomo de un conde francés que ayudó a crear el Museo Minero del Pais Vasco
JOSÉ ALMAJANO MONDELO, VOLUNTARIO DE LA PINACOTECA, FALLECIÓ ESTE MARTES A LOS 88 AÑOS.
La mismísima baronesa de Rothschild escribió una carta al gallartino José Almajano Mondelo para animarle a que entrase a su servicio en París pero este mayordomo fiel prefirió seguir al servicio de su patrón, conocido como el Conde de Montecarlo por su afición a frecuentar el casino monegasco, por muy buena que fuera la oferta de la multimillonaria. Una sencilla anécdota que pone de relieve dos de las virtudes que jalonaron la vida de este jubilado de Maquinarias y Utillajes S.A. que se convertiría en una pieza importante del proceso de creación del hoy Museo de la Minería del País Vasco: La profesionalidad y dedicación en lo que hacía y su fidelidad y bonhomía para con quienes le rodeaban.
“Es una pérdida irreparable para el Museo porque más allá del trabajo que como voluntario y como patrón llevó a cabo desde el principio del proyecto de recuperación de la memoria histórica de la minería, Pepe Almajano era un hombre generoso, amable y sobre todo tenía una gran autoridad moral que apaciguaba cualquier atisbo de discusión entre las personas”, relataba la presidenta de la fundación Museo Minero, Ameli Ortiz, quien tras conocer el óbito escribía en redes sociales que “el frío entra por todas las rendijas del Museo. Es un frío que duele. Nos has dejado así, de repente, sin previo aviso, nos rodea tu soledad. Nos quedamos helados sin tu sonrisa, tu calidez de hombre bueno. Nos faltará siempre el calor de tus historias. Este museo está hoy oscuro, nos falta tu luz. La luz de la fidelidad y la constancia de tu dedicación a este sueño de Carmelo (Uriarte) que es nuestro Museo Minero”.
Descendiente del pueblo soriano de Almajano, de donde vino su abuelo, Pepe era un hombre grande y no solo por su altura –que con 88 años estaba cercana al metro noventa los 1,90– sino porque su carácter afable y natural mezclado con una franca sonrisa le abría las puertas de cualquier relación.
“Antes de la pandemia fuimos a la feria de Arredondo en Cantabria pero como se puso a llover y no íbamos preparados nos dimos la vuelta y entramos en un restaurante. Estando allí entró Miguel Ángel Revilla, el presidente, de Cantabria y le dije a Pepín: Mira quién está ahí. Él no caía pero al decirle quién era se levantó y para allí se fue a saludarle. Luego ya en el comedor entró Revilla y al pasar junto a nosotros allí se pusieron a conversar otra vez. Le encantaba la gente”, recuerda con cariño Montxu Marco, su sombra en Gallarta. “Le conocí cuando yo tenía 17 años y entró en la fábrica de Maquinaria y Utillajes. El tenía 20 años más que yo pero desde entonces siempre hemos estado juntos”, señala este también voluntario del Museo con el que compartió muchas manifestaciones para salvar el sector del metal. “Una vez nos tocó salir por pies delante de los grises y nos metimos en el ascensor de un portal en Zabalburu. Como la cosa no amainaba y estaban al lado estuvimos toda la tarde arriba y abajo hasta que pudimos salir”, recuerda Marco, quien este pasado verano junto con otros amigos llevaron a Pepe de viaje al pueblo de sus orígenes familiares. “Le hacía mucha ilusión conocer el pueblo de donde procede su apellido y del que vino su abuelo. Viudo de Antonia Marín, vivía en Portugalete, aunque la vida social la hacía en su querida Gallarta donde retomó el contacto con Carmelo Uriarte, al que conocía desde la infancia y se sumó al grupo de personas que dieron lugar al Museo Minero. Una misión de la que solo la muerte pudo separar. La misa funeral tendrá lugar este viernes a las 19.30 horas en la parroquia de Santa Juliana y San Antonio de Padua. Au revoir, mon amí.
Fotos.
- Kevin Youg (la que está trabajando)
- Iñaki Lekuona (primer plano)