Esqueletos mineros entre bastidores
El Bierzo está sembrado de viejos mamotretos de hormigón, ladrillo y hierro que, durante décadas, sostuvieron la minería y hoy caducan por tiempos; lavaderos, cargaderos y castilletes que perecen como el carbón.
No sólo los libros o las personas cuentan historias, también los edificios tienen esa capacidad. Castilletes, lavaderos, cargaderos de carbón, hospitalillos y algún que otro economato, entre otras muchas construcciones de calado menor, se mantienen hoy erguidas a duras penas después de haberle regalado al Bierzo la mayor de sus glorias. Son gigantes de hormigón, ladrillo y hierro que durante décadas procesaron el oro negro. Herramientas de hacer dinero a las que hoy, ya prácticamente extinta la minería, se les ha dado la espalda.
En la década de los 50 del siglo pasado, las inversiones en las explotaciones mineras vivieron su momento más álgido y en las cuencas comenzaron a brotar construcciones levantadas a un ritmo frenético para poder abastecer de mineral a todo el norte y el centro de España. En la provincia de León se cuentan más de 120 elementos hoy considerados patrimonio industrial y la gran mayoría de ellos están en el Bierzo que, junto a Laciana, atesoran un conjunto patrimonial vinculado a la minería excepcional, irrepetible en cualquier otro punto de Castilla y León, y especialmente concentrado en torno a la línea ferroviaria Ponferrada-Villablino.
Pese a todo, únicamente Fabero ha dado pasos para la puesta en valor de ese acervo, aunque todavía queda mucho por hacer. Las intervenciones llevadas a cabo tanto en el Pozo Julia como en el Pozo Viejo son ejemplo del interés de este Ayuntamiento por aprovechar la herencia de la minería y tratar de desarrollar un turismo sostenible y sostenido. Pero también en Fabero está el Pozo Alicia y en el ya citado Pozo Viejo hay emblemáticos edificios en estado ruinoso, como el economato y el hospitalillo de Antracitas de Fabero. Dos exponentes únicos de la arquitectura minera para los que sí parece haber un plan. Menos amparados están los edificios de los pozos Malabá y Casares, en el Bierzo Alto; la estación de cableado Tremor-Brañuelas, el Pozo María de la MSP, el lavadero de carbón de La Recuelga (Santa Cruz del Sil), las instalaciones de la mina Navaleo del grupo Viloria, los cargaderos del barrio ponferradino de La Placa y los de los cotos Vivaldi y Wagner. Estos dos últimos dedicados a la extracción del hierro.
La denominada mina del Oro del Torre del Bierzo y el cargadero del cable de Antracitas de Brañuelas presentan un estado similar; y el lavadero del Carmen y las instalaciones de la explotación La Amalia, en Toreno, forman igualmente parte de esta lista negra. Son imagen de la decadencia, cuando en su día fueron símbolo de esplendor. El polvo y la maleza han ido desdibujando sus perfiles, al tiempo que el paso de los días y el vandalismo contribuyen a esa desolación.
Existe una ‘Carta del Bierzo’ fechada en 2007 y redactada precisamente para promover la recuperación de todo el patrimonio industrial minero que no ha tenido el efecto esperado, no hay ido más allá de una incipiente catalogación después (2010) completada por la Junta de Castilla y León que hoy se ha quedado obsoleta. Sólo la intención anunciada por la Administración autonómica de crear un paquete de rutas turísticas por el patrimonio industrial minero y la reciente configuración de un grupo de trabajo multidisciplinar integrado por representantes de la Universidad de León, la Uned y el Instituto de Estudios Bercianos (IEB) permiten pensar en positivo. Eso y el Ponfeblino. El desarrollo del tren turístico sería el punto de partida para todo, el eje vertebrador en torno al cual iniciar la recuperación de estos edificios históricos para hacerlos visitables, para que puedan seguir contando la historia del Bierzo y de sus gentes. Una comarca condenada a sobrevivir sin la explotación del carbón que siempre estará en sus raíces.
Para algunos de estos emblemas de la arquitectura industrias sí se han planteado alternativas y no sólo turísticas y culturales. Así, un proyecto respaldado por la Unión Europea y declarado de Interés Común propone reconvertir la mina de Navaleo en una central hidroeléctrica para generar electricidad con la ingente cantidad de agua que se acumula en las minas de la contorna. Recuperar la explotación de hierro en el Coto Wagner también se ha puesto sobre la mesa y para el lavadero de La Recuelga de Santa Cruz se propone un ambiciosa iniciativa consistente en reconversión en fábrica de harina de castañas, también musealizando una parte de su interior.
«El futuro de todo esto pasa por no actuar de forma aislada, sino vertebrarlo conjuntamente», asegura el experto en patrimonio industrial Roberto Matías. Defensor del tren turístico como el único elemento capaz de conectar todos esos edificios hoy inconexos, considera que más allá de la Junta de Castilla y León, los propios ayuntamientos de las cuencas mineras deberían involucrarse. «Deberían tomar cartas en el asunto, ver lo que tienen y lo que pueden hacer por evitar que esos edificios se pierdan.
Texto – Maria Carrio / Diario de León
Fotos – Eduardo Urdangaray
https://www.diariodeleon.es/articulo/bierzo/esqueletos-mineros-bastidores/201804220400001762111.html
5 junio, 2020